Ir al contenido principal

La Trompa de Donaldo



También el simio adopta la corbata,
aunque el difícil nudo obstruya el morro.
Agarrar y encender el luengo porro,
y crispar y escupir la perorata.

Con tu mensaje has difundido el caldo
encendiendo el furor de los latinos,
que trazan, en tu gran nación, caminos
y no atajos, mi pálido Donaldo.

Desconocíamos tu obtusa novia
a quien la gente llama Xenofobia:
severa con los tonos de la piel.

Escondidos del seso —por la pompa—,
labios y lengua... ¡Diéronte una trompa!
¡Con rancia guinda ornaste tu pastel!

Comentarios

  1. Pasé, leí y disfrute leyendo el último soneto de tu excelente blog, dedicado a tan extremista personaje, crucemos los dedos para que no sea elegido presidente de los EEUU....Un abrazo
    Roberto



    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Violín roto

GNB con el violín roto ¿Quién armó aquella diestra? ¡El dios Apolo! No creyendo en la gala cinegética,  quiso pactar exacto protocolo levando al músico a devota estética.   Ante el bochinche el joven irguió el arco; el perdigón obvió, también los gases. No fuera, en demasía, verse parco, sus dedos restalló con los compases. Mas, entre nota y nota, Fechoría cínica fue, traspuso la protesta para atentar de frente la harmonía. Suelta del diapasón la tirantez el treno fue la lágrima compuesta que el violinista dedicó al soez.

Venezuela en tempestad

Foto de Juan Barreto ( AFP ) Siento el dolor que encorva a mi terruño, antes casa pujante de adalides que signaron la alianza como un cuño, hoy lo repujan cínicos Alcides. La madre osada estorba al artefacto, el joven con broquel resguarda el frente; y el crimen, ¡obvio crimen!, ipso facto lo ejecuta el conscripto-delincuente. Este Gómez, no menos que Iscariote, toma la plata, luego va, perpetra; ríe al mojar en sangre su bigote. Mas, la frase no olvide de provecho: cuando la tiranía se hace letra ¡la rebelión es justa por derecho!

Estela en la madrugada de un domingo

José Asunción Silva «Abandonarse al dolor sin resistir, suicidarse para sustraerse de él, es abandonar el campo de batalla sin haber luchado». Napoleón I J.A.S. ¡Oh, mortal corazón!, ¡órgano herido!, ¡masa del trance!, ¡oculto Jeremías!, cuco al que le oprobiaron el gruñido de su inflexión por laicas melodías. 1 Elvira, sin querer, quebró tu fuego; o salpicó la inopia en la solapa, ―derruyendo la torre que alza el ego―; o la empresa jamás venció la etapa. Bogotá distendía blanca rosa, como el óbice que a la duda aparta e invita al tiempo en ahondar la fosa. Aquel domingo, un golpe de metales, te violó el pecho, justo en la pancarta. ¡El quebranto, ¡por fin!, saldó tus males!