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Mostrando entradas de mayo, 2015

Moraleja a Partir de la Tragedia de Verona

Pintura de 1884 de Frank Dicksee (1853 - 1928): la escena del balcón de Romeo y Julieta . La situación se hiló cuando el joven Romeo, famoso tarambana, penetró en el convite donde estaba Julieta, la joya del deseo. ¿Qué intentaba, el Amor, al urgir el envite? Pero entre el paroxismo gruñeron los desmanes, como tormentas ácidas en tierras de Verona. Por esa ceguedad nacida de los clanes, el eje de la historia se deshizo en la lona. Esta es la moraleja, mis obsesas chiquillas: no anhelen los romances que incluyan pesadillas, en vez de ilusionarlas, al final las infarte; ni crean en Cupido, débil ante el 1 excidio, pues al saber la escena del forzado suicidio, obsequió sus saetas al distraído Marte. 1. m. desus. ( Del lat. excidĭum ). Destrucción, ruina, asolamiento.

Mofa al Endecasílabo

Tu sable es senil, mohoso y tetánico, y el bardo-rehén copula en tus hierros. Perdiste razón por verte tiránico; te arrojo al baúl que empolva mis yerros. Cismático son de intenso volumen; te juzgo alacrán que inyecta toxina gustosa y sutil: el jugo del numen que te hace alegrar, y cruel te asesina. Me aburre tu honor, me induce 1 casmodia. ¿Acaso Boscán armó una parodia, y así a la región hispana traerte? ¿Te quiso robar el buen Garcilaso, guardando tus pies en su 2 porsiacaso?... ¡Con este clamor induzco tu muerte! 1.f. Med. Enfermedad o fenómeno morboso que consiste en bostezar con excesiva frecuencia por afección espasmódica. 2. m. Ven. Alforja o saco pequeño en que se llevan provisiones de viaje.

El Sátiro Borracho

                                                                                   A R.D. Pimplando en copa salivada por Baco, que leva en diestra, con la cual forja el verso; mugriento el traje con un timbre a sobaco, traza el periplo desde la noche inmerso. Errante Sátiro no niega la botija que le solaza la excusa de un edén: falso calor de temporal cobija que le entorpece su pena con desdén. Aunque la mano tenga muy ocupada, no resta el pulso para templar la cuerda, es cual el filo de una agresiva espada que escinde el cuello del enemigo en lucha. ¡Impera el Sátiro, aunque su juicio pierda!, y del traspiés, la gracia sea mucha.