Andrés Eloy Blanco |
Tú, señor de la casa, caminante contiguo.
Te han visto por las calles proporcionando efluvios
descubiertos del suelo, sacados con paciencia,
para así disolver a esa plaga impasible.
Te asomaste al budare para fundar la lumbre
de tu hogar, de los tuyos. Arrojaste fortunas
para aquellas cabezas hundidas en las celdas,
y hacia los ventanales se enganchó tu palabra.
Para ti el apamate concedió sus raíces,
para ti la plazuela condujo sus pasajes,
para ti la nación dispuso sus fronteras.
Desde tus poemarios el olor de la patria
doblegó las narices, y amarraste zapatos
para que camináramos con el paso nativo.
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