Pablo Neruda |
Allí vas capitán sumando caracolas
por el saco del mar con tus ojos olímpicos,
esperando cometas, esperando esperanzas;
y tus manos titánicas sin trabarse en tristezas.
De tu carpintería cayeron las virutas
que fueron a colarse con los libros y el tiempo.
¡Todo lo escrito ayer es nuez indispensable
iluminando el cesto del huerto, del mercado!
Y cuando amenazó del miasma su martillo
a tus pies, que ascendían la escalera del mundo
¿qué fórmula aplicaste para asir la despensa?
Te forjaste un renombre con el cobre y el bronce,
y nunca jamás nadie desmanteló en las calles
el rigor de tus días y tu palabra inmune.
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