SE hayan éstos tumbados, resignado el respiro;
sus pulsos son oscuros y la faena inerte;
y en lapidaria piedra renuncian al suspiro;
¡residentes del polvo existiendo en la muerte!
Sus frentes no son frentes sino bruñidos cráneos;
sus conciencias, vestigios; sus almas, añoranzas.
No les templan dolores ni nervios subitáneos.
Filósofos del suelo en dramáticas danzas.
Al regazo esotérico entregan sus memorias;
silentes en su sombra se posan y lustroso
sosiego les concede, mas no exige sus glorias.
Varios rezos se escuchan con eco riguroso.
La nostalgia deprime las criptas donde moran;
son aquéllos que viven, y en llanto conmemoran.
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