Quise buscarte a solas cuando el sol fracasaba
en la tarde de penas y brisa corpulenta.
Quise buscarte a solas detrás de aquellos hombros
abruptos y silvestres que cargaban ladrillos.
Batí brazos y pétalos para así perpetuar
el margen de tu espalda. Y rodó el calendario
sin que me devolviera un grano de tu pecho
o un punto siquiera de tus labios cruzados.
No sucedió en mis manos la primavera enérgica
que alguna vez quedó en formar los hibiscos.
La distancia es cuchillo que rebana los granos.
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