José, del bosque oscuro, raudo salta,
transfigurado en búho su pechera;
al parecer la oscuridad le esmalta
su rostro, su coraje, su alma entera.
A cada paso quebrantado funda,
de primera, la meta ya tramada;
y la trocha de sangre de segunda.
¡La cesta de naranjas será hurtada!
"¡Sin suplicio no existe la victoria!",
es la proclama de José en su mente
y así la plasmará para su euforia…
Cumplido el timo. ¿Dónde irá la gente
labriega, legataria de la cesta,
vencida y triste por la acción funesta?
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