Imagen tomada del libro "Henrique Avril: Los rostros del desolvido" pág. 86 |
Adusto y arrumbado, sin la fe de la gloria en los ojos;
su ropa es harapienta con el polvo incrustado en los hilos,
marcial no se descubre sino exhausto y sentado en abrojos;
ratón de la contienda hoy cruzándole días tranquilos.
Obsérvenlo, sin logros ni laureles ganados por rudo,
—muy diestro con la azada, no asestando con mísera lanza—;
hastíale el recuerdo cuando hurgaba el honor, cuanto pudo,
en áspero combate, imprudentes encono y matanza.
¡Esbirro del caudillo! Acató sin recelo su plática:
la patria perturbó , la nación emergida en 1La Guerra,
por no diferenciar el amor de la mano fanática.
Caduca en su morada, donde libre padece cautivo,
por boca de la inopia donde el ánimo rápido yerra;
la herida de su pierna lo mantiene cerril… pensativo.
1. La guerra de independencia de Venezuela.
Comentarios
Publicar un comentario