De la flor del urape domaste sus colores
satisfaciendo al día, eclipsando la sombras.
Engendraste el escándalo que intimida al silencio,
dejando las tragedias quemándose en los libros.
¿Por qué optaste la flor con tus manos ingenuas?
¿Intentas alejar su renombre del asma
para estancar los límites innombrables del caos?
¡Por los brotes mortales callaron los demonios!
Naciste de semilla que requiere del agua,
para extender raíces que darían aromas
a los amaneceres perdurables, autóctonos.
Con aquella madera tallaría en tu piel
mi nombre, mi respiro, mis tristezas, mis penas.
A la flor del urape se unieron tus caprichos.
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