Quiero aquellas naranjas que saben dar al día
el milagro pedido por las bocas urgentes;
esas naranjas prósperas que resbalan orondas,
exentas, soberanas, en el seno del cesto.
Naranjas con firmeza del brazo percudido.
Nombradas por el reino: sustento del hogar,
símbolo de la raza, ingrediente en las dunas.
¡Ay, maldito el asalto que disparan las sienes!
Por esas infracciones la raíz no socava
y la broza no paga la sombra de la tarde.
Que sean las naranjas escudo para ustedes.
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