Doblado en mi escondrijo y pálido el crepúsculo,
entre el temblor borroso en alas de un murciélago
y la debilidad por un daño mayúsculo;
hora fatal se apuesta arrastrándome al piélago.
Esta roca tritura mi perfil en partículas,
todo valle y camino lo deforma en obstáculo.
Inevitablemente fractura mis clavículas
éste rancio demonio con su tosco pentáculo.
Sin semilla en la granja, sin región en mi cráneo.
Ensordece con grito y jazmín subterráneo.
Si fija con la fíbula lesiona cual mandíbula.
Comentarios
Publicar un comentario